La C.N.T. y el sindicalismo ante el momento actual

Si se hiciese una historia de estas ideas del movimiento sindical y por un hombre imparcial y con un criterio objetivo, veríamos como muchos casos, muchos de los extremos que algunos se empeñan elevar a principios, no tienen tal categoría, y por el contrario, son más bien discrepancias subalternas producidas por accidentes históricos en cuestiones de principio fundamentales

” SER nº 12, 16 – 6 – 35 “

( Continuación ).

Ya sé que sois, sino todos, casi la mayoría, que decís que yo defendí siempre el credo que ahora a vuestro juicio combato y hasta traiciono. Pero esto no es verdad. La historia de nuestras ideas y del movimiento sindical por lo menos, no lo comprueban. 

Si se hiciese una historia de estas ideas del movimiento sindical y por un hombre imparcial y con un criterio objetivo, veríamos como muchos casos, muchos de los extremos que algunos se empeñan elevar a principios, no tienen tal categoría, y por el contrario, son más bien discrepancias subalternas producidas por accidentes históricos en cuestiones de principio fundamentales.

Orígenes del M. Obrero

En sus orígenes el movimiento obrero en interés de la clase trabajadora, estaba inspirado en tendencias de solidaridad unificadoras; existía una sola internacional en la cual colaboraban todas las tendencias ideológicas; continuó unificada el tiempo que la compatibilidad de estas corrientes ideológicas en relación con las circunstancias históricas de aquel tiempo permitía; pero fijaros bien en esto: de momento todas las fracciones que entraron en la constitución de la internacional consideraron acertada la iniciativa de la colaboración democrática en toda esta variedad de corrientes; pero se tropezaron en la práctica con que el problema no era tan sencillo como a primera vista parecía; quedaba un gran curso de tiempo histórico por decorrer, por delante y esta circunstancia dio origen a que cada tendencia se aferrase a las virtudes de su táctica, lo cual dificultó la convivencia y la colaboración democrática de estas distintas corrientes. Por consiguiente, esto nos demuestra que ya en aquellos tiempos los partidos obreros inspirados en las doctrinas liberal y democrática vigentes en la época (aunque más en la teoría que en la práctica) ya intentaron lo que ahora pretendemos nosotros; doctrinas que fracasaron en sus virtudes de enlace e informadoras del movimiento proletario como organismo único. ¿Pero, por qué fracasó? Fracasó como tiene que fracasar todo organismo heterogéneo cuando tiene que entrar en dura lucha con estados que responden a una civilización próxima a extinguirse, como en este caso era la burguesía, pero que de todos modos les queda aún un largo período de vida inerte y estática.           

En estas circunstancias, un organismo que circunstancialmente su misión es la lucha franca, activa y enérgica contra el régimen imperante, tiene que ser un organismo con objetivos muy concretos y con una táctica muy ajustada a estos fines objetivos.

Necesidad de colaboración           

 Pero una vez salvadas las distancias de tiempo que media entre la iniciación del movimiento a que responde el organismo, hasta que la coyuntura histórica plantea clara y concretamente el problema revolucionario, objetivo final del organismo, el compromiso, la colaboración entre las distintas fracciones que componen el movimiento obrero, es una necesidad ineludible que la realidad en estos casos más poderosa que todos los desahogos morales e idealizadores plantea a todos el movimiento proletario.           

En muchas ocasiones me tenéis dicho que teorizo demasiado, con lo cual parece que me queréis dar a entender que me preocupan solamente las cuestiones abstractas. De esta objeción siempre he protestado. Cierto que me he preocupado de los problemas teóricos, pero era precisamente con el objeto de ver más claro en los problemas concretos, y la conclusión de estas mis experiencias es: que la realidades implacable con nuestros santos principios, tal como los sentía en mis primeros pasos en el ideal anarquista, y tal como aun siguen sintiéndolos muchos compañeros a pesar de todas las experiencias vividas en una larga actuación, pero particularmente en estos tiempos tan ricos en enseñanzas para todo el que quiera estudiar en el gran libro de la vida diaria.           

Como podéis observar por lo que queda dicho, mi propósito al estudiar todas estas cuestiones, es plantearlos de un modo muy directo y concreto: para conseguir este propósito de un modo más eficaz, voy a seguir un método que permita más claridad. Esto es siguiendo el razonamiento de estos problemas en relación directa con el desarrollo de los acontecimientos en los cuales la Confederación jugó un papel activo.

Treintistas o escisionistas           

 Se dice que los camaradas acusados de escisionistas o más justamente “Treintistas” según la denominación más corriente, fueron unos renegados y traidores a los principios de la C.N.T.; que por consiguiente estos camaradas son los responsables de la crisis que padece hoy el organismo y se extiende esta responsabilidad hasta de acusarlos del fracaso de los intentos revolucionarios acometidos por la organización. Honradamente yo no comparto ese criterio y me parece, además, el mayor de los errores.          

  En primer término, el problema de la lucha interna, es un problema tan viejo como la vida del propio organismo. La declaración de principios formulada en su congreso constitutivo fue elaborada a base de un compromiso aceptado por mutuo acuerdo de las dos corrientes: anarquista y sindicalista más o menos acentuadas en el congreso. Según esta declaración de principios, se dice que “el comunismo libertario” es el fin y el “sindicalismo” el medio. a de la organización la parte más capaz juzgando el problema desde el punto de vista de la experiencia sindical en su aspecto práctico. Pues no puede negarse sin faltar al buen sentido, que la experiencia sindical en su aspecto de la actuación de muchos años al frente de los cargos de la organización son condiciones indispensables para saber orientarse en toda situación política y social difícil; pero no se entendió así y la impaciencia triunfó sobre la reflexión y la serenidad.           

Cual fue mi criterio referente al problema que planteó la escisión, bien claramente lo he manifestado en conversaciones sostenidas con vosotros en el terreno particular; criterio que coincidía con el vuestro. Todos estábamos de acuerdo en que eran necesarias dentro de la organización, la existencia de diferentes tendencias que chocasen dentro de la unidad de doctrinas en extremos de que la actuación diaria ofrece, a fin de sostener una actitud vigilante en todas las cuestiones de interés para la organización y se regularizasen unas a otras en un juego de libre y limpia crítica. Pero este juicio que nosotros nos habíamos formado a consecuencia de la distancia a que nosotros veíamos el carácter interno de estas pugnas intestinas, lo cual nos permitía tener un criterio menos ciego por la pasión, y, por tanto, más objetivo, se fue desvaneciendo en nosotros produciéndonos un estado de desaliento que por lo menos, a mí, me ha decidido a fijar un criterio personal respecto al problema. Las conclusiones a que he llegado a este efecto, también son perfectamente conocidas por vosotros. Mis simpatías estaban de parte de la fracción anarco-sindicalista por entender que era una tesis más acertada. Los motivos de sostenerme en una actitud expectante y de equilibrio fue porque aún me quedaba algo de esperanza en que la situación política y la experiencia práctica que le faltaba a la F.A.I. en la actuación al frente de los cargos de la organización les induciría a una rectificación sincera y honrada de su actitud; pero hasta la fecha no se puede apreciar ningún cambio salvo en algunos casos en que esto es visible

¿Concomitancias? 

Por ejemplo: en el caso de la visita hecha al gobierno por el C.N. con motivo de la represión a consecuencia del movimiento de Diciembre. Anoto este caso, porque aunque no tenga más importancia que la de un síntoma, es un síntoma muy significativo si se tiene en cuenta que la bandera de guerra contra la fracción expulsada, aparte de otros motivos, fue la acusación de que andaban siempre en concomitancias con los políticos, aunque para explicar la necesidad de ciertas gestiones acerca de determinados organismos del estado, cuyas gestiones impone la realidad práctica de un organismo tan numeroso como es la C.N.T. dentro del plano nacional, se gastasen grandes cantidades de papel y se apurasen todos los razonamientos imaginables y con la buena fe y paciencia de que se puede ser capaz humanamente. No obstante, a pesar de todas las derrotas sufridas, siguen creyendo que porque están ellos al frente de los cargos y, por tanto, como son ellos los que van a estar con los presidentes de los Consejos de ministros y gobernadores civiles, les parece que están mejor respetados los principios.

Las elecciones de Noviembre y la C.N.T.            

 Ahora se discute mucho en torno a las elecciones de Noviembre en las cuales triunfaron legalmente las derechas, de cuyo triunfo se le hace responsable a la C.N.T. Mi opinión respecto a aquella situación, tampoco la ignora ninguno de vosotros. La República como queda dicho más arriba y como se había previsto por todos los militantes capaces de ver, desencantó pronto a la clase trabajadora que tantas esperanzas había depositado en ella en el primer momento. Por consiguiente esto nos dice claramente que al revés de lo que muchas figuras de alta jerarquía intelectual del campo público burgués nos dicen, no sufrió el régimen esa oscilación del péndulo hacia la derecha cumpliendo una ley histórica que invariablemente a juicio de estos señores se produce en todos los tránsitos profundos que se operan en la vida de las naciones; es decir, que estos señores afirman que cuando se experimentan cambios políticos en la vida de los pueblos de la importancia que se ha producido en el nuestro, se produce en el momento del cambio una radicalización de la opinión hacia la extrema izquierda; pero que tras un curso de tiempo más o menos largo, se opera otro desplazamiento hacia la derecha. Esto – dicen – fue lo que ocurrió en Noviembre. Luego se efectúa otro desplazamiento hacia el centro, punto de gravitación y , por fin, se estabiliza el régimen.

¿Hubo pendulazo derechista?           

 Pero por lo que se deduce de lo que se ha dicho, no fue así. Si la Confederación Nacional del Trabajo con su campaña abstencionista, antielectoral, contribuyó a darle el poder a las derechas, esto significa que la opinión se había desplazado más acentuadamente hacia la izquierda en el momento del advenimiento de la república. Por otra parte, no falta quien opina que la desunión de los partidos de izquierda burguesa y una ley electoral defectuosa, el voto a la mujer, fueron factores decisivos en la derrota sufrida por las fuerzas de izquierda.          

  Todo esto significa que éste fue el momento de mayor desorientación sufrida por los partidos de la pequeña burguesía, cuyo liberalismo romántico no los salvó del desastre a que los empujó la táctica inteligente y atinada de las fuerzas materialistas, a pesar de su disfraz católico y antimarxista que se agrupan bajo las distintas banderas de los partidos reaccionarios representantes de los altos intereses financieros, industriales y de los grandes terratenientes y que la torpeza, el sectarismo envueltos en un sentimentalismo de despecho infantil, fueron la causa determinante de esta derrota. 

La responsabilidad de la C.N.T.             

Pero lo que yo pretendo que se vea en todos estos accidentes, no son desahogos más o menos sentimentales, sino las enseñanza que de todo esto se desprenden. La Confederación, dominada por un sentimentalismo de represalia contra izquierdas y socialistas, más que por un concepto maduro del riesgo a que se exponía con su campaña abstencionista, se lanzó a ella con un coraje digno de mejor causa. En consecuencia triunfaron las derechas. ¿ Cuál debía ser la actitud de la C.N.T. ante el triunfo de la reacción? Todos contestábamos que era la revolución prometida por ella y bandera de guerra de la batalla antielectoral. Pero claro está, cada uno por razones muy distintas. Por los propositores y gestores de esta campaña, porque creían ciegamente en el éxito de la revolución; otros, en parte por disciplina, pero particularmente porque creíamos que la derechas envanecidas con el triunfo electoral llevasen su osadía hasta aniquilar el relativo carácter legal que tanto usa como velo de sus perversos sentimientos políticos. Otros compañeros estimaban, que a pesar de todo, era conveniente adoptar una actitud expectante y declarar la huelga en caso muy extremo: en caso de que las fuerzas reaccionarias intentasen dar un golpe de estado, salirse al encuentro con todas las consecuencias que se derivasen de una huelga violenta.. Apoyaban este criterio en estas consideraciones: si nosotros nos adelantábamos y fracasábamos en nuestro intento, lo que de momento suponía para estas fuerzas reaccionarias una incógnita respecto a la potencialidad de nuestras fuerzas, se despejaría y con el pretexto que le dábamos con nuestra actitud, se lanzarían resueltamente a dar un golpe de estado dictatorial.

Un “Pleno” histórico             

Respecto a todas estas cuestiones, quiero que quede todo bien claro porque estoy enterado que por la intervención directa que yo tuve en el desarrollo de estos acontecimientos se me acusa por parte de casi toda la totalidad de los camaradas de la región, que yo no cumplí debidamente con mi deber en el Pleno Nacional al cual asistí como delegado de nuestra regional celebrado pocos días antes de los sucesos de Noviembre.           

A este efecto tengo que declarar que mi posición personal a este problema no tuvo nada de equívoca. Durante la campaña abstencionista y ya bas( continuará en el próximo número)

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tante antes, sostenía la opinión que sin una alianza con la U.G.T. no había ninguna probabilidad de éxito respecto a cualquier tentativa de carácter revolucionario, lo cual manifesté en el Pleno regional celebrado en La Coruña con el objeto de estudiar el orden del día y designar delegados al Pleno nacional que se menciona. También declaré en efecto, que el problema de la revolución estaba abierto y planteado en España, pero por lo que se puede deducir de lo que queda dicho, este criterio quedaba supeditado desde el punto de vista de las posibilidades prácticas de la insurrección, a la necesidad de formalizar una alianza con otras fuerzas proletarias en cuya idea iba implícito el criterio de que la fracción de oposición (treintista) debía de intervenir, y esto además, porque ellos lo solicitaban como puede demostrarse leyendo el “Sindicalismo”, su órgano oficial; colaboración que fue rechazada.           

Los acuerdos referentes a esta situación fueron el de estar atentos a los acontecimientos y caso de que el Gobierno de coalición de derechas intentase dar algún golpe contra el carácter liberal y democrático de la república, o atentase abiertamente contra la existencia de la propia república por medio de un golpe de estado, salirles al paso rápidamente declarando la huelga general violenta arrostrando toda la responsabilidad que de la misma se derivase. Lo que pasó después yo no lo sé; pero el hecho es que se declaró, sin que las circunstancias que se habían previsto en estos acuerdos se presentasen, y sin que Barcelona, o sea, la Regional Catalana, secundase esta huelga revolucionaria, a pesar de que esta regional había sido la que más actividad había desplegado en la campaña abstencionista. Los motivos ella los sabrá.

La colaboración con la U.G.T. y el movimiento de diciembre             

Pero hay otro hecho que fue el que más me desanimó a través de las deliberaciones de este Pleno Nacional de las cuales fueron resultado los acuerdos aquí mencionados. Es este: Todos sabéis que a los pocos días después de las elecciones de noviembre, nuestro órgano C.N.T. publicó una editorial en la cual se daba a conocer que en atención a las circunstancia políticas, los compañeros de Madrid habían llegado a la convicción de que para hacer la revolución era indispensable, o por lo menos necesaria, una inteligencia entre las dos organizaciones sindicales: C.N.T. y U.G.T. para acometer la acción con probabilidades de éxito, y que con este objeto habían visitado a la Ejecutiva de la Casa del Pueblo y prometían que pronto darían a conocer la contestación que recibiesen de este organismo.           

Esta editorial ( supongo que en esto estaréis de acuerdo conmigo ) produjo muy buena impresión entre nosotros. Esta buena impresión, en un viaje que hice a La Coruña pude comprobar que dominaba entre los compañeros de esta localidad también; pero esto no ocurría en otras partes.           

No obstante, en otra regionales no ocurría esto, entre las cuales se encuentra la Regional Catalana. Esta Regional llegó al extremo de pedir la dimisión terminante del autor de esta “editorial” y caso de que se solidarizase la redacción con él, o con el fondo y espíritu de la misma, hacía extensiva esta petición a toda la redacción. Esta proposición consta en los actos del Pleno celebrado en Madrid poco antes de la huelga de diciembre. Por lo que se refiere a nuestra Federación Local, contestó solidarizándose con el fondo y espíritu de esta editorial, aunque hizo constar su protesta por haberla publicado la redacción sin previa consulta de los organismos regionales. A pesar de todo la redacción fue relevada en su totalidad.

La cuestión en Galicia             

Naturalmente que estos accidentes en la vida interna de un organismo no tienen mayor importancia, en circunstancias normales, pero son muy graves si las circunstancias que existan en el momento tienen un carácter especial, como lo tenían en este a que me refiero. Resumiendo: mi opinión en aquella circunstancia, era, que en presencia del triunfo de las derechas había que defenderse. Para esto estimaba que se debía de hacer una invitación a todas las fracciones obreras, particularmente a la U.G.T.. Caso que esta invitación hecha sincera y honradamente con un criterio de transigencia no fuese atendida y, por tanto, no fuese posible formalizar una alianza o frente único, en cuya alianza cifraba yo las esperanzas de éxito, entendía que de todas las maneras había que defenderse ante cualquier eventualidad, para lo cual sostuve que Galicia respondería a medida de sus fuerzas; criterio que sigo sosteniendo hoy, no tan solo con relación a estas circunstancias, sino en cualquier otra circunstancia futura que pueda presentarse igual que ha respondido en la circunstancia que acabamos de atravesar. pero esto está muy lejos de que se convierta en una afirmación de la cual pueda desprenderse que la Regional galaica estaba preparada para hacer la revolución, ni que se haya mencionado para nada esa vaguedad de que estaba preparada para establecer el Comunismo libertario, ni mucho menos. Hechas las aclaraciones que anteceden, quiero que por otra parte se advierta esta observación: personas enteradas en los problemas científicos del pensamiento y de la biología, nos dicen que el animal se diferencia del hombre y el hombre del animal, en que el animal no tiene más que una facultad que lo orienta, que se llama instinto, el cual lo conduce seguro dentro del contorno de su mundo animal; el hombre, en cambio, aparte de otras facultades, tiene la que le da la jerarquía de rey de la creación: el pensamiento creador del progreso y de la historia por virtud del conflicto entre la afirmación y la contradicción. Esto quiere decir, que el hombre está expuesto todos los días y a todas las horas al riesgo de equivocarse, al revés del animal que no puede equivocarse nunca. De modo que lo esencial en el hombre es que sepa vivir vigilante siempre sobre si mismo, y según la conclusión de sus razonamientos, o las enseñanzas que sea capaz de extraer de la experiencia que los hechos le vayan ofreciendo, rectificar honrada y francamente. Lo demás, encerrarse en verdades, en principios que se consideran establecidos de una vez para siempre, es fanatismo, es escolasticismo seco y dogmatismo reaccionarios, pero nunca pensamiento anárquico. Por tanto, había de ser cierto que yo, en aquel momento, defendí la posición que se me atribuye y no obstante todas estas objeciones que se creen acusaciones, quedarían reducidas a simples desahogos morales.            También hay quien duda si informé o no, exactamente respecto a si había o no determinados elementos, comprometidos en aquel movimiento, y, desde luego, esta afirmación no puedo confirmarla con la seguridad que se puede afirmar cuando se ven las cosas directa y personalmente, pero si, con todo lo que vale una información que hace un miembro responsable en un Pleno nacional, de la organización de cuya información tienen que dar los demás delegados fe. Es decir, que a mí, por quien estaba autorizado, se me informó así, y yo tenía la obligación de creerlo y transmitírselo a quien debía: a la Regional.

Consecuencias y enseñanzas            

Despejados todos los equívocos que pueda haber en torno a mi actuación en aquellos acontecimientos, no os digo otra cosa que lo que sigue : que os fijéis bien y vayáis quitando las consecuencias y las enseñanzas que se desprenden de esta línea de conducta seguida en todo el desarrollo de estos hechos.             Cae el Gobierno de las constituyentes, y con él todos los partidos gubernamentales. Los socialistas al verse derribados del Poder, adquieren una noción más clara de la lucha social, y sincera o habilidosamente, hacen una campaña de tono y acento revolucionario, a través de la cual lanzan de vez en cuando invitaciones al frente único de todos los trabajadores, o sea, a todas las organizaciones obreras.

 Las Alianzas : Sus adversarios y sus defensores           

 En la C.N.T. con las enseñanzas deducidas de la huelga de diciembre y en atención a la situación política nacional, fue extendiéndose cada vez más la idea de la alianza o frente único, hasta el punto de que la mitad de las Regionales se manifestaron oficial y abiertamente en un Pleno nacional por la necesidad de llegar a formalizar estas alianzas. A este Pleno, como sabéis, asistí igualmente yo, representando a nuestra Regional, al cual llevaba el mandato de defender la tesis de las alianzas. De este Pleno ya conocéis los acuerdos, pero no así los argumentos con que cada tendencia defendía su tesis. Resumidos son éstos:           

Los opuestos a la alianza           

1º Que en Barcelona no era problema la necesidad de la alianza, y esto, porque allí lo dominaba todo la C.N.T. y que igualmente debían de procurar conseguirlo las demás regionales.           

2º Que el pueblo estaba al lado de la C.N.T., sino oficialmente, por la influencia ambiental y las simpatías que había conseguido atraer con los gestos heroicos realizados por ella con los últimos movimientos           

3º Que el fascismo no era un peligro tan próximo como se creía generalmente           

4º Que con los socialistas no nos podíamos entender, en primer termino, por diferencias de doctrina y, en segundo, porque eran unos traidores, que siempre habían faltado a los pactos, traicionando todos los movimientos y que lo harían una vez más           

5º Que caso de ir a un movimiento con ellos, nos arrebatarían la dirección del mismo por su mayor preparación, o mayor habilidad política           

6º Que una alianza o frente único con fuerzas ajenas a nuestra organización, suponía una deformación, una negación de los principios básicos y que esto no podía permitirlo la Confederación           

7º Que la misión de la Confederación era intensificar la propaganda hasta conseguir atraer las fuerzas de la unión a nuestro campo


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Razones de los defensores de las Alianzas           

 Tesis de los que defendían las alianzas:         

1º Que en efecto, el fascismo propiamente dicho, no era un peligro tan próximo como muchos afirmaban; pero que no podía negarse que el gobierno de coalición de Radicales y Ceda era el tránsito hacia él y, por tanto, todo el tiempo que se perdiese iba en perjuicio de las probabilidades de acción y de éxito de la insurrección           

2º Que aún dando por exacta la afirmación de que la Confederación estuviese rodeada de todas las simpatías y ambiente de las masas populares, no era tanto que inspirase la confianza de un éxito revolucionario, teniendo presente el plazo de tiempo que la situación política permitía.           

3º Que el argumento de que en Cataluña no era problema la cuestión de las alianzas por estar la organización toda controlada por la C.N.T. y que a este fin debíamos de encaminar los esfuerzos las demás regionales, no era un argumento de peso ni adecuado; porque en primer término, circunstancias históricas especiales habían sido causa que Cataluña fuese la región más susceptible a las propagandas sociales y, por tanto, más favorecida por la propaganda anarquista; y en segundo termino, que esta afirmación no respondía a la verdad, puesto que nadie ignoraba que otras tendencias tenían allí una influencia que había que tener en cuenta y que por otra parte, el informe que acababa de leer el Secretario de esta Regional, revelaba de manera clara e inequívoca de esta Regional padecía una crisis tan grave que no permitía cifrar ninguna esperanza seria, presentimiento que confirmaba el hecho de no haber sido posible declarar la huelga revolucionaria de diciembre, hecho que exponía también claramente el informe aquí aludido de esta Regional. Pero además, había otra razón definitiva que era ésta que el problema que se le presentaba al proletariado, no era solo al proletariado catalán, sino que era al de España en general           

4º Que en lo referente a sí los socialistas eran o no unos traidores porque nos habían traicionado siempre y lo harían una vez más, que podía partirse de que este presentimiento fuese probable, y no obstante siempre quedaría sobre nosotros, el peso de la realidad, y que la realidad era ésta: que en España, al igual que en demás países estaba planteado como problema de primer término, el problema de la existencia de proletariado, no tan solo como hombres que sostienen principios de libertad, sino como clase que quiere sostener mínimas mejoras materiales y su emancipación total, cuyo peligro presentían perfectamente, aunque instintivamente, los trabajadores si todos nos fijábamos bien cual era su sentir en su fondo íntimo; que estos sentimientos se traducían en la práctica en protestas externas frecuentes; de cuyo estado de opinión quitaban los compañeros contrarios a las alianzas al consecuencia de que la C.N.T. había estado acertada al adoptar una táctica enérgica frente al poder burgués; pero este razonamiento, aún siendo aceptado íntegramente, a pesar de su verdad relativa, no daba fundamento sólido para asegurar afirmativamente que si una táctica daba resultado en un período de tiempo determinado, podía fallar en otro momento y, en efecto, la táctica de nosotros solos no resultaba eficaz, porque los socialistas al darse cuenta de que eran desplazados del Poder, y que estaban a punto de perder su influencia política sobre la organización obrero que ellos dirigen a consecuencia de la política contradictoria que habían realizado al frente del Gobierno, giraron en redondo, se lanzaron a una propaganda revolucionaria, hasta rayar en la demagogia y por consiguiente, toda esperanza de poder atraer alguna fuerza de la U.G.T. a la C.N.T. podía considerarse frustrada de antemano.

Los términos del problema            

Por tanto, colocado el problema en estos términos, podía darse el hecho inverso: que ellos, en mejores condiciones políticas nos arrebaten alguna fuerza a nosotros, si nosotros nos colocábamos además frente al sentimiento de los trabajadores que a nuestro juicio era el de las alianzas o frente único. Pero si por el contrario, nosotros sabíamos colocarnos en consonancia con este estado de opinión dominante entre los trabajadores, sucedería al revés : que caso que los socialistas nos traicionasen, el ambiente y simpatías que rodeaban a la Confederación seguirían firmes y además aumentadas en proporciones considerables.           

5º Respecto a si los socialistas eran o no más hábiles políticamente y que por esta condición de ventaja en su favor podíamos correr el riesgo de que nos burlasen la dirección del movimiento, no podía este argumento dar base para construir sobre él un motivo suficientemente convincente para rechazar una colaboración revolucionaria. Primero, porque nosotros considerábamos que fundar la negativa en un motivo tan simple, era un signo de cobardía intelectual, de cuya cobardía intelectual se desprendía positivamente que los elementos que propagaban y que no tan solo lo propagaban, sino que a consecuencia de su propaganda habían llevado a la organización acciones revolucionarias o eran unos ingenuos o unos provocadores de mala fe. Esto es, si la organización no tenia la suficiente preparación revolucionaria debiera de haberse confesado esta verdad a tiempo y francamente, y después de confesar esto, contribuir con otras fuerzas directa o indirectamente a cerrarle el paso a las fuerzas reaccionarias. Pero por otra parte, prácticamente no estaba demostrado que esto fuese verdad en absoluto. La delegación de Madrid singularmente demostró que era posible sostener una posición de equilibrio puesto que en Madrid estaban sosteniendo una huelga de importancia en colaboración con los socialistas, y que a pesar de tener mayoría la U.G.T. nuestros compañeros tomaban una participación tan directa en la dirección del conflicto como los dirigentes de este organismo           

6º Referente a la cuestión de principios, entendíamos que era inevitable que al formalizar un compromiso con la U.G.T. llevaba implícita la necesidad de hacer concesiones de carácter doctrinal; no obstante, si se tenían en cuenta las peligrosas perspectivas para la existencia del movimiento obrero, no era un problema que mereciese ni la más mínima reflexión. Afirmábamos, además, que existían algunas experiencias históricas que demostraban prácticamente que al revés de ser un perjuicio para el desarrollo histórico del anarquismo su intervención directa en los hechos históricos que van materializando en la vida las aspiraciones y los fines relativos ideales de la humanidad, es por el contrario de una gran utilidad para la causa del progreso y de la emancipación del proletariado, por consiguiente. Por ejemplo, la Comuna de París no hubiera conseguido una radicalización tan acentuadamente libertaria si los camaradas que intervinieron en el consejo directivo no lo hubieran hecho, según les exigían los camaradas más extremistas. Todo esto lo explica perfectamente Bakunín, en su obra sobre este movimiento.

Lucha de tendencias            

Estas dos tesis en franca lucha a través de las deliberaciones de este Pleno, sabéis que se resumieron en una ponencia que armonizaba las dos posiciones, la cual conocéis, como asimismo conocéis que esta ponencia había de ser ampliada en sus considerandos – pero respetando su sentido – en un manifiesto de cuya redacción quedó encargado el C.N. y que este manifiesto fue redactado y distribuido; pero también sabéis que la fecha de su publicación fue alterada y su sentido deformado.           

Yo ignoro cuales puedan haber sido las causas determinantes de esta alteración y deformación, ateniéndome estrictamente a las relaciones oficiales entre las dos organizaciones C.N.T. y U.G.T., e igualmente ignoro cuales puedan ser las consideraciones críticas que esta conducta suscite en los demás camaradas; pero por lo que a mí se refiere no me atenúa en nada la sospecha de que la organización ha sido víctima de la exaltación pasional que domina a muchos elementos dirigentes de nuestra organización contra la U.G.T.. Y esto, por las razones que siguen: La redacción del manifiesto está hecha con una terminología tan enfática, tan cargada de calificativos estridentes, que no se sabe cual intención pesó más en el ánimo de sus redactores: si fue el deseo de herir a los socialistas o el de convencerse a si mismos de la firmeza de sus posiciones. No se puede negar que en muchos casos el asombro ante un hecho, la ironía, la protesta espectacular, son las manifestaciones más convincentes de que se está representando una farsa. En este mismo sentido creo que el estilo del manifiesto ( que parece más bien obra y verbalismo de charlatanes de feria que labor de hombres capaces, serios y de buen gusto, que se imponen el deber de saber a que causas obedece y reacciona todo hombre de acción ante los acontecimientos sociales ) es el producto y desahogo moral de una tragedia íntima, que no se quiere confesar franca y honradamente. Estoy previamente convencido que si le dais una segunda lectura al manifiesto, habéis de estar muy cerca de convenir que no ando muy lejos de la verdad con mis sospechas. 

Aspecto político y social de la cuestión           

 A medida que transcurre el tiempo, y se va notando que la situación en sus aspectos político y social, se agrava por momentos. Las mínimas leyes que favorecían en parte la existencia del movimiento social van siendo cercenadas unas, y suprimidas totalmente otras con la amenaza evidente de dar paso a una solución fascista abiertamente declarada. La C.N.T. sigue particularmente el C.N. afirmando que todos los gobiernos son iguales, y aún ahora, después de las experiencias que se desprenden del último movimiento, se sigue insistiendo con una contumacia maniática que sí, que todos los gobiernos son iguales, y esto, en documen


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tos redactados por camaradas que se consideran con extensa preparación teórica, y probada solvencia social.           

Realmente no se comprende semejante ceguedad. Los gobiernos burgueses, en efecto, todos son igualmente capitalistas y burgueses, e igualmente es cierto que sus disputas no pasan de ser polémicas, sobre cosas subalternas, sobre hechos secundarios que no afectan a lo substancial, a la concepción de estado que les es común a todos los gobiernos burgueses; pero de aquí a que se tengan una misma orientación política en todos los problemas, que convienen a la vida civil, y, por tanto, a nuestro propio movimiento, media un abismo.           

A este efecto, no creo que sean necesarias más pruebas que las que cualquiera que no esté enfermo de sectarismo, pueda extraer de la vida corriente y diaria. Un gobierno que dicta leyes, que facilitan el máximo de conquistas que el proletariado ha conseguido y pueda conseguir dentro del régimen capitalista, apreciados los límites de su existencia, es mejor que otro que las limita; uno que las limita, aun que no del todo, es mejor que otro que las limita del todo,; pero peor que el anterior ; el que las suprime totalmente, es el peor.

Escala ascendente del fascismo             

Esta escala gradual que empieza por un gobierno democrático y liberal hasta cerrar el proceso en otro gobierno de carácter totalitario y absolutista, es lo que se llama el proceso ascendente del fascismo, el cual no puede ser juzgado así arbitrariamente. El saber comprender esta dinámica política es una ventaja, pero por otra parte lo exige la honradez y frialdad teórica; es más: es un deber que debe de imponerse todo militante que adquiere responsabilidades de dirección y orientación si no quiere condenar a los que confían en él, a marchar a remolque de los acontecimientos. De lo contrario se siembra además, un confusionismo, que va en perjuicio de la claridad con que los trabajadores, deben ver la marcha fatal que de etapa en etapa nos lleva al callejón sin salida del fascismo.           

Todo el éxito de la empresa revolucionaria que nos está planteada al proletariado, depende de la visión, de la claridad que tengamos acerca de estos problemas. Un ejemplo: si los socialistas por una parte y la Confederación por otra, tuvieran esta claridad de visión, hubieran comprendido ( teniendo en cuenta la teoría cierta, de que a los regímenes capitalistas hay que atacarlos en sus momentos de mayor debilidad, que el momento más oportuno para lanzarse al ataque insurreccional para derribar nuestra burguesía, fue durante la etapa del gobierno de las Constituyentes en su última crisis. Claro que para esto, hubiera sido necesario que en unos hubiese más decisión y audacia, y en otros más sangre fría y serenidad y menos resentimiento; disposiciones de espíritu necesario para que una inteligencia y un plan previos hubieran sido elaborados oportunamente.

Las posibilidades en el futuro             

En lo sucesivo estas posibilidades se irán cerrando, si el criterio de que todos los gobiernos son iguales sigue dominando. La F.A.I. debiera comprender que este es el A B C de la enseñanza revolucionaria; debiera reflexionar sobre la gran cantidad de ejemplos que la realidad ofrece a su vista entre los cuales destaca singularmente el de que si sigue practicando la táctica que ha seguido hasta aquí, difícilmente podrá promover, tantos movimientos como los que efectuó durante la etapa del gobierno de las Constituyentes. Se me ocurre una serie de argumentos que apoyarían más enérgicamente mi tesis, pero no quiero exponerlos porque haría interminable esta carta informe, la cual ha de resultar excesivamente larga a causa de las cosas primordiales que aun me quedan por decir.           

Decíamos que la situación política se irá agravando si la visión que se ha tenido hasta aquí de los hechos, sigue dominando, cuya gravedad ha iniciado su ciclo a partir de las elecciones de noviembre, gravedad que tiene su génesis en la serie diversa de contradicciones internas y externas, económicas ya tan conocidas por todos, los que se preocupan por estos problemas, típicas hoy de todos los estados burgueses; contradicciones económicas que en nuestro tiempo producen las políticas, cuyas manifestaciones externas, fueron : el pleito juridico-constitucional, entre la Generalidad de Cataluña y el Gobierno Central; lucha intestina de los partidos políticos de la izquierda burguesa; radicalización del partido socialista, etc.

Responsabilidades de la catástrofe de octubre           

Ahora se habla de responsabilidad sobre la catástrofe de octubre. La C.N.T. culpa a los socialistas y los socialistas a la C.N.T. . La “Solidaridad” de Barcelona publica una defensa muy amplia redactada por el camarada Santillán, que en mi concepto lejos de ser una defensa resulta un intento, mejor o peor intencionado; pero no pasa de ser un intento.           

Deseo que se advierta que mi propósito está muy lejos de querer herir personalmente al camarada Santillán. Yo consideré siempre que no es noble en ningún caso el ataque insidioso por enemigo que sea políticamente, pero creí siempre también que salvadas las consideraciones de corrección y honradez de conducta, la crítica queda en libertad de ser ejercida con toda dureza y todo lo acerada que se quiera. Por esto yo considero que el camarada Santillán sabe, que si los socialistas desarrollaron una política pésima, vacilante y llena de absurdas claudicaciones a consecuencia de su ambigua y débil táctica evolucionista, la política ultimatista sectaria, arrogante e incoherente de la mayoría de los actuales elementos de la C.N.T. no fue más acertada, ni eficaz. Sobre este punto sabe él que se podían aducir las demostraciones por decenas. Yo quito la conclusión sobre todo lo que afecta a responsabilidades sobre el último movimiento revolucionario, que si a las dos organizaciones se les encargase expresamente de hundir el movimiento obrero en España, no lo hubieran hecho mejor.

Un argumento en favor de los socialistas           

Pero al menos los socialistas tienen en su favor el argumento de que su táctica no era revolucionaria, que era evolucionista, y, por tanto, el proceso trabajoso, lento, cuyo lastre tiene que ir soltándose a base de golpes muy rudos y brutales de experiencia suministrados por los hechos reales de la lucha de clases. No obstante, a favor de la C.N.T. por mucho que se agudice el ingenio y por mucha cantidad de buena fe que se disponga en buscar atenuaciones, no se encuentra ninguna digna de atención. Si los límites del espacio lo permitiesen, el informe de Santillán merecería aquí más de una apostilla. Por mi parte sabiendo como sé como piensa el camarada Santillán, puedo aseguraros que ese informe obedece al compromiso que se impuso asimismo forzando su sentimiento íntimo, para salvar el crédito oficial del organismo Confederal ante el resto de la opinión proletaria internacional maltratado por una serie de fanáticos doctrinarios, según todos los signos, más audaces que inteligentes, que por una serie de síntomas muy significativos parece que están encargados de llevar a nuestra buena fe de militante activo al convencimiento de que se han impuesto la tarea deliberada de desbaratar la magna obra en que están empeñados los trabajadores Españoles.

La posición de “S.O.”            

 Pero si todo lo que han hecho fuera poco ¿ no están a la vista las editoriales aparecidas en “Solidaridad Obrera” de Barcelona en los primeros números de su reciente reaparición ?. ¿Qué se dice en ellos?¿Hay por ventura alguna palabra juiciosa ajustada a los problemas objetivos y concretos que la realidad histórica nos tiene presentes reclamando nuestro estudio?. En mi opinión, algunos militantes están dando la impresión de que padecen un drama interior que no quieren confesar; que son unos ingenuos bien intencionados o que no tienen cerebro capaz para pensar sobre las horas dramáticas que vivimos. Han hecho de los principios mandamientos del catecismo, y de la táctica de acción directa, un principio fundamental como si las tácticas no fuesen conveniencias transitorias, subalternas, subordinadas a la estrategia, y ambos, instrumentos útiles al servicio de las doctrinas. Pero nada, que se hunda el mundo, que venga el fascismo, pero que no se altere el dogma de la acción directa.

La posición de Pestaña A propósito de las discusiones que entre nosotros suscitan todas estas cuestiones, algunos me hacéis la objeción de que el camarada Pestaña ha perdido el rumbo; que se hace un demócrata más al servicio de la burguesía. Dejemos esto provisionalmente y hagamos la pregunta concreta siguiente: ¿ En presencia de las circunstancias históricas planteadas internacional y nacionalmente con toda la serie de peligros ligados a ella, exige una doctrina y una táctica adecuada o no?. De la respuesta que se dé a esta pregunta depende la solución de este problema que se os ofrece tan complejo. Como veis, de este modo el papel de un camarada ( en este caso el camarada Pestaña ) mirado el caso de esta manera objetiva, es negativo; quiero decir, que no juega ningún papel.           

Por consiguiente, primeramente nos debemos de preguntar a nosotros mismos como pensamos y como vemos nosotros este problema. Fijada la actitud consiguiente, se empieza a actuar en consonancia con la actitud fijada. Puede ocurrir que por una serie de factores puede resultar nuestra labor más o menos fecunda; pero al menos, queda salvada nuestra responsabilidad revolucionaria que para un militante activo, este sentimiento de responsabilidad lo debe de ser todo.           

Ahora concretamente el caso del camarada Pestaña es éste: yo no sé cual será su actitud íntima respecto a este problema, pero por lo que se refiere al programa por él redactado, podrá discreparse de él en algunas cuestiones de detalle,


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pero no puede negarse honradamente que está inspirado en los principios fundamentales de la Confederación, y si no tiene otra ventaja, tiene al menos, la de reunir en una unidad de doctrina concreta toda esa heterogeneidad de criterios que defiende cada una de las infinitas capillitas de militantes de la C.N.T., con pretensiones de encuesta, de claridad teórica; claridad teórica que cuanto más la buscan menos la encuentran, menos la resuelven, porque la realidad es muy burlona y esquiva y hace oídos de mercader a todas las plegarias que en nombre de la santidad de los principios se le dirigen solicitando sus auxilios salvadores.

Los programas y las conductas           

Ahora bien, se dice que una cosa es un programa, y otra muy distinta la conducta de los hombres que han de encargarse de su realización. Convenimos en esto ¿ Pero en este caso concreto, que punto de partida tomáis vosotros para juzgar la conducta del camarada Pestaña? ¿Los ataques de los que fueron sus compañeros de lucha, y que ahora no quieren serlo por nimias diferencias de táctica? ¿Las notas de la prensa burguesa comentadas con intención polémica por sus adversarios políticos? ¿Pero es que no se comprende aún, que en la mayoría de los casos los ataques no pasan de ser procedimientos tácticos como otros muchos que se usan en el plano de las luchas políticas y sociales? Si nosotros hiciésemos caso, y los de fuera le creyesen a los ataques de determinados elementos de la localidad, ya hace tiempo que hubiéramos estado descalificados como revolucionarios. Concretando: ¿ Qué cabe hacer si nosotros estamos convencidos de la necesidad de un cambio de conducta táctica? No cabe otra solución que ésta: formularle unas cuantas premisas a las cuales conteste concretamente. Obtenida la respuesta, adoptar la actitud que convengamos como resultante.

Complemento a una táctica            

Perdonarme que distraiga un poco más vuestra atención, porque hay unas cuantas cosas, que aunque brevemente, quiero dejar despejadas. Todos sabéis que el argumento más serio, a juicio de algunos compañeros contra esta ampliación de la táctica (que no es renuncia a la lucha directa, sino complementación) es el de que la destitución de los Ayuntamientos constituidos por republicanos de izquierda, por socialistas solamente, o ambas fuerzas en colaboración; fueron destituidos sin contemplaciones a pesar de haber sido elegidos legalmente. Naturalmente que fue así, y se comprende fácilmente el sentido y alcance del argumento, que es el siguiente: que no se puede confiar en un triunfo electoral, según lo hacemos nosotros, porque en el caso hipotético favorable de un triunfo electoral de la clase proletaria, serían arrojados violentamente para el otro día sus representantes del Parlamento y de todos los organismos que consiguiesen representación. En efecto, esto puede ocurrir, puesto que yo afirmo aquí también, que la alta burguesía, es decir, la verdadera burguesía, ha liquidado el programa de concesiones a la clase obrera. pero no debemos de olvidar tampoco, que en muy raros casos, la afirmaciones tienen un valor absoluto. Un ejemplo sencillo, para que se vea claro esto: cuando Marx y Backunín afirmaban que el capitalismo estaba muerto, no querían decir que ya lo estaba en aquel momento; ellos sabían que circunstancialmente, aún le quedaba mucha vida por delante. En nuestro caso, por consiguiente, sabemos que la burguesía es consciente de su dramática situación, y este conocimiento le hace despertar febrilmente su instinto de conservación, lo cual nos obliga a tener presente que sus intenciones están concentradas en buscar la primera oportunidad favorable para derrotarnos definitivamente; pero de aquí, a que puedan hacerlo en cualquier momento, media una distancia suficientemente apreciable.           

En todas las contingencias históricas intervienen como gérmenes y factores determinantes, una serie heterogénea de fuerzas que producen corrientes de flujos y reflujos que originan desplazamientos de estados de opinión tan pronto en una dirección como en otra. Estas acciones y reacciones de la opinión, es lo que se llama correlación de las fuerzas políticas; los dos tensores de polarización de estas fuerzas políticas, son : la burguesía por un lado, y el proletariado por otro. pero en centro está una zona de opinión compuesta por la clase media e intelectuales que inspirados por cierto humanismo romántico, pretenden atraer por una parte a cierta zona templada de la gran burguesía, y por otra, a determinado sector obrero moderado. Esta posición de arbitraje, que asume voluntariamente esta capa media, puede ser muy peligrosa o muy útil, juzgada desde el punto de vista de nuestros fines. En un momento puede ser muy peligrosa, no obstante en otro puede ser la trinchera que proteja nuestra vida social y política. Para que se vea esto claro : por ejemplo, durante el período constituyente actuó como freno contra nuestras aspiraciones, en cambio en las circunstancias difíciles que acabamos de atravesar, actuó de dique contra la vesania y brutalidad de las fuerzas católicas y burguesas. El saber actuar inteligentemente a través de todas estas fuerzas de clases, es el primer deber del revolucionario.           

Por consiguiente, la consecuencia a que quiero llegar se nota perfectamente: una situación delicada tal como es la nuestra en este instante, después de los heroicos hechos recientes, de los cuales el proletariado ha salido más templado y más educado sobre la lucha práctica que lo estaba antes, tiene lógicamente un carácter de tregua; tregua que consiste en nuestra habilidad al saberla utilizar hasta el extremo de quitar el máximo rendimiento político de ella. Esta lucha, cuyas causas quedan aquí señaladas, abarcó a unos material y a otros moralmente, a toda la amplia zona de opinión que empieza en las fuerzas obreras más extremistas y termina en los partidos republicanos de izquierda más moderados. Por tanto, obligadamente por esta razón, el pleito tomó carácter jurídico constitucional, lo cual dio origen a esa controversia legalista que se está sosteniendo entre las fuerzas gubernamentales y las de la oposición burguesa; pero en el fondo es problema es éste cuando dos fuerzas, por las razones que sean, abren las hostilidades en franca lucha, la terminología y la fraseología legalista que se expresa: saltar por encima de la constitución, salirse del cauce de la Ley, etc., con que se acusan recíprocamente ambos bandos beligerantes; no tiene otro valor que la intención polémica ofensiva y defensiva; pues cuando estos casos se presentan, lo que menos les preocupa es el respeto a las formas más o menos convencionales. Lo que les interesa saber, protegidos con el velo de la legalidad, es hasta que punto responden las fuerzas que al servicio de su causa han de ser utilizadas en la contienda. Refiriéndonos concretamente al episodio histórico del cual acaba de ser escenario España, ha vencido materialmente la reacción, y una de las derivaciones de este triunfo en su favor, fue la destitución de los Ayuntamientos desafectos a su política gubernamental. Alterada la alternativa en sentido inverso, las cosas hubiesen resultado de otro modo.

Una pregunta y un índice            

 Hechas las consideraciones que anteceden, se puede preguntar : ¿ tienen algún valor positivo estos accidentes en relación directa con la opinión de que debemos de intervenir directamente con candidatos propios en casos de unas elecciones ?. Concretamente no tienen otro interés que el de meros accidentes que al igual que otros debe de tenerse en cuenta en la dinámica de la lucha política y social; pero nunca como factores decisivos para tomar posiciones irreductibles. Los hechos que se estudian para fijar la línea estratégica que por su carácter específico es de más amplio desarrollo, no sirven para aconsejar la táctica de cada momento. Las perspectivas que han de analizarse para fijar la conducta de cada momento, tienen que ser siempre de radio más reducido. Por consiguiente, ateniéndonos a las perspectivas de este instante, podemos construir el índice siguiente: 1º Al frente de la nación un gobierno reaccionario con una débil tendencia centrista 2º Nuestras fuerzas, aunque con una fuerza moral superior a la que podíamos esperar, después de una derrota tan dura, son débiles: a) por carecer de un plan orgánico y directivo. b) por carecer de recursos económicos a consecuencia de la extensa crisis de trabajo para desenvolver la propaganda. c) por carecer de prensa propia para atacar y defendernos y orientar a los trabajadores sobre el alcance de la represión y la ruta a seguir. d) por carecer de toda clase de medios ofensivos y defensivos. e) porque la enorme cantidad de detenidos, además de absorber recursos de todo orden, nos resta gran cantidad de elementos activos. 3ª Hostilidad franca de todos los partidos republicanos representantes de la pequeña burguesía frente al gobierno.          

  De modo que partiendo del examen de los factores señalados en este índice ¿ que es lo que conviene, lo que se debe hacer ?. Hay quien alucinado aún por ilusiones, afirma que aún se pueden emprender no sé que clase de aventuras. Realmente ninguna persona que esté en su cabal juicio se hace ilusiones respecto a la posibilidad práctica e inmediata de una segunda insurrección porque sabe que la realidad ( aunque no le impida soñar a nadie por extravagante que sean sus sueños ) no se compadece ni de sentimientos por generosos que estos sean, ni de sueños, por inspirados que estén en la pureza de la fe. No obstante, si hacemos un análisis más serio y razonable de los datos que se resumen en el índice, la fuerte presión que el proletariado ejerce sobre sus minorías directivas para que acepten la unidad proletaria, y el ambiente favorable que del mismo se desprende para ir a una conjunción electoral de fuerzas extremas, el problema adquiere un carácter más favorable y justo. 

Aprovechemos la tregua

Bien, pues, el aprovechamiento de una tregua es muy conveniente para rehacer el movimiento, etc. Adoptar cualquier otra actitud en estas circunstancias,


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través de su desarrollo de materialización; materialización que se consigue a costa de generosos y dramáticos esfuerzos a través de una cadena de episodios que culminan en la extinción de este programa máximo, para dar paso a otros credos nuevos que vienen a enlazarse a los últimos eslabones de la cadena del viejo programa.

La utopía “faista”           

El saber comprender esta dialéctica de los problemas sociales y políticos, facilita la claridad sobre nuestros problemas internos, lo cual nos lleva como de la mano a ver que cada momento de la marcha histórica nos ofrece una perspectiva distinta la cual ha de ser estudiada con sujeción a sus problemas específicos. Preguntemos ahora: ¿tuvo en cuenta la F.A.I. toda esta serie de factores?. No; al revés. La F.A.I. de espaldas a la lógica natural del proceso revolucionario en España, del programa mínimo que debe ser elaborado en todo período transitorio por las razones que quedan expuestas, y para que sirva de índice de trabajo y este resulte más eficaz, en nombre de esa teoría de la espontaneidad del instinto creador de las masas, no tan solo no lo elaboraron, sino que lo radicalizaron más de lo que lo estaba el de C.N.T.           

Un programa tan utópico, aunque elaborado con una sana intención y servido en la práctica por medio de la acción con un heroísmo no menos desinteresado y generoso, tiene que llevar fatalmente, juzgadas todas las circunstancias favorables de un éxito insurreccional, a la derrota más lamentable de cualquier revolución proletaria. Pero concedamos que se pudiese sostener, es decir, que sus dirigentes se hiciesen el firme propósito de sostenerla: ¿ Cual sería el alcance de las concesiones que tendrían que hacer a la realidad ? Si se juzgan con seriedad y honradez los inconvenientes y dificultades con que se tropezaría y se tendría que luchar en la práctica, descontados los de carácter internacional y la resistencia unas veces pasiva y otras activa de la burguesía nacional, teniendo solo presentes los obstáculos que ofrecería una gran parte de la clase obrera, el programa de un partido sindicalista quedaría borroso, y se convertiría en una esperanza consoladora de libertad, como hoy por ejemplo lo es en Rusia; pero naturalmente, bien libres estamos de que triunfe una revolución con un programa rebasante de tan generoso ingenuidad y con una táctica tan dogmática como la de la F.A.I.

Ceguera teórica de la “Fai”        

Os tengo dicho mucha veces en la intimidad que la C.N.T. no tiene la cultura media necesaria para ofrecer perspectivas seguras de una sociedad anarquista, y que por otra parte, era una fuerza excesivamente numerosa para colocarse en lo posición cómoda de la oposición a todo intento de colaboración con las demás fracciones proletarias, y con este objeto añadía, que la F.A.I. pecaba por ceguera teórica, o por mala fe. Por cobardía intelectual, porque cuando se controla una fuerza tan importante como era la de la C.N.T., o se resuelven concretamente con una visión justa de la realidad de estos problemas, las aspiraciones inmediatas de los afiliados al organismo, o sea, aceptando las consiguientes concesiones de doctrina y las responsabilidades que de la dirección de un movimiento de este carácter se desprende, o francamente se les dice a estos trabajadores, que se vive en un mundo ideológico muy puro para ser comprendido por ellos, y, por tanto, busquen la satisfacción de estas sus aspiraciones en otros programas más concretos y reales. Pero engañarlos con alucinaciones de un mundo por ahora sobrehumano lo consideraba como un crimen, y por otra parte sus inductores, un acto de cobardía moral incalificable. Es decir, más concretamente os decía que el problema que a mi juicio se le estaba planteando al anarquismo en la situación aquí referida, e igualmente en la presente, es éste : o se le da solución racional a los problemas que le están planteados al proletario aceptando la limitaciones de doctrina, adoptando una táctica justa y realista, o condenarse a sufrir un proceso de descomposición interna hasta quedar reducido a los límites de una minoría modesta sin peso específico en los acontecimientos históricos que se están desarrollando en el escenario nacional. En la hora actual, no ha perdido ningún valor para mi esta alternativa. Al contrario, se han fortalecido más mi convencimiento de que este es su signo fatal.

Unos datos ilustrativos          

   Me parece que la cosa está clara, pero para que se vea con más claridad, voy a aportar estos datos que creo proyectarán mucha luz sobre lo que quiero decir. Yo creo que en muchos casos, con el velo de la pureza, del respeto a los principios, se oculta, una cobardía moral que no se quiere confesar, tal como exige la honradez a todo revolucionario completo y digno de su misión histórica. Y a este propósito quisiera hacer con toda seguridad una cita que creo haber leído en la historia del primer año de la revolución rusa, de Víctor Serge; pero a consecuencia de mi situación especial, no puedo tener esta obra al alcance de mi mano, en la cual creo recordar, dice lo siguiente: Lenín se dirigió a Volin, director del periódico anarco-sindicalista “Golass Truda” (La Voz del Trabajo) para solicitar el concurso y colaboración de los anarquistas para ayudar a llevar la carga de la revolución rusa, y que éste le contestó: que ellos eran anarquistas, y por tanto, nada tenían de común, ni que ver, con cualquier concepción de Estado que fuese : blanco o rojo. Pero suponiendo que no se encuentre esta cita en la obra de Víctor Serge, estoy sin embargo seguro, que se encontrarán expresiones que él atribuye al “Goloss Truda” y a los demás periódicos anarquistas equivalentes al sentido de la contestación atribuida hipotéticamente por mi a Volin           

A esta posición negativa es la que yo conceptúo una cobardía moral: porque es una cobardía teórica una falta de honradez al contestar con una evasiva tan poco apropiada a un problema tan serio y tan grave, como es el que presenta una revolución.           

Si Volin y con él todos los anarquistas, hubieran tenido más valentía, más carácter y se plantearan seriamente esta pregunta: ¿ es necesario o no afrontar la situación tal como está presentada?, hubieran respondido que si. Si en consonancia con esta respuesta tomasen sus acuerdos, habrían elaborado y resumido un programa mínimo, se lo hubiesen presentado al partido comunista como base de discusión para la colaboración, con toda seguridad no se ofrecería el cuadro triste que Mack-no nos describe en su obra sobre la revolución rusa del estado moral en que se encontraban los grupos anarquistas en las principales capitales en que se desarrollaba la revolución, a causa de la falta de un programa completo que canalizase tantas energías en potencia, como se encontraban a través de tan numerosos grupos extendidos por todo el territorio nacional.

Oportunismo necesario        

Con este programa definido inspirado en un verdadero oportunismo, las perspectivas y el desarrollo de la revolución, hubieran sido otras, y quizá el poder personal de Stalin no estaría en estas circunstancias históricas colocado y sostenido en el vértice de la pirámide compuesta en su base por toda una jerarquía de funcionarios, cuyo espíritu burocrático todos los revolucionarios de espíritu independiente reprueban y combaten.           

Preveo que muchos camaradas esgrimirán el argumento de que hubiera sido igual, que los camaradas de Cronstadi presentaron este programa y que la respuesta fue el bombardeo por Trostky de la escuadra y de esta ciudad. ¿Pero es esta una salida apropiada al problema? ¿Tiene un adarme de lógica este argumento? En este caso habría que decirles a estos camaradas: hay que acostumbrarse a razonar, a discurrir más con la cabeza y menos con el corazón, y enseguida veremos los problemas con más claridad.          

Esta claridad nos mostrará que los defensores de otras doctrinas distintas a las nuestras, analizan los hechos desde su personal punto de vista y no desde el nuestro. Igual nos pasa aquí cuando fracasamos en cualquier empresa; razonamos con los adversarios políticos, particularmente con los republicanos, con el mismo tono sentimental, como si en alguna ocasión nos hubieran dicho que eran anarquistas. Así, cuando atacamos a Trostky, o cualquier dirigente del Estado ruso, lo hacemos con una emoción o con un resentimiento tan sentido, como si tuvieran el deber de ver los problemas según nuestro propio punto de vista. Trostky, como Lenin, como todos los que les seguían, entienden que la salvación de la revolución, estaba en las virtudes de la concepción que ellos tenían de la disciplina y de su táctica, en la voluntad de sacrificio al programa por ellos defendido y su oportunismo realista, más que en la buena fe idealista y romántica de los anarquistas. Así, que al conseguir alguna modificación en las líneas esenciales de su programa, era y es siempre, un problema de equilibrio de fuerzas; fuerzas, que en este caso, según Víctor Serge, poseían los anarquistas en abundancia. No supieron utilizarla, y esta fue la grave falta de los anarquistas rusos; falta que los sepultó desde el punto de vista del conjunto colectivo, en el montón de las fuerzas anónimas. Esto es lo que está a punto de sucederle a la CNT en España, si los compañeros más activos, enérgicos y decididos, no sabemos situarnos a causa de la situación desesperada de la F.A.I..           

Examinemos ahora la labor del camarada Varlin, y los demás compañeros, en la Comuna de París y la táctica de los anarco-sindicalistas húngaros, a través de la revolución de su país. Es cierto que fracasaron, pero no por culpa del sectarismo ni del resentimiento entre las distintas tendencias que en ella debían de colaborar y colaboraron. Nuestro camarada Orobón, cita también el caso de los anarquistas de un estado alemán, o representados por el malogrado camarada Erich Mushsan ( administraban en colaboración con comunistas y socialistas) este Estado alemán.           

De modo que podía ser inexacta la cita que hago de la obra de Víctor Serge,

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y siempre quedaría en pie el hecho de que una fuerza como la que representa dentro del plano nacional la C.N.T., podía hacer un gran papel si tuviese una disciplina más seria ( que nada tiene que ver con el autoritarismo y el centralismo) y una cabeza más inteligente.

Un partido político          

   Así, diréis, que en este caso no se necesita ir tan lejos como quiero ir hasta constituir un “partido político”; que tenemos la F.S.L.. Comprendo el alcance del argumento. ¿Pero no veis la fragilidad del mismo?. Yo entiendo por partido, lo que entiende todo el mundo, incluso Malatesta. Partido se llama a toda asociación de hombres que persiguen fines comunes, que toman partido por un objetivo que les es afín. Desde el punto de vista político, es una agrupación de hombres que se interesan y tienen puntos de vista afines sobre los intereses de la comunidad. En este caso, la F.S.L. es una partido; igualmente en este sentido lo es también la F.A.I. , con la variante que ésta hasta ahora ha tenido menos escrúpulos “libertarios” – al menos formalmente – que ningún otro partido proletario: Jamas treintistas, ni Pestaña, llegaron al extremo de exigir una tutela tan directa del organismo como la que exigió, practicó y practica la F.A.I.          

  Por consiguiente, la diferencia entre un partido como el que yo defiendo y estas dos modalidades, estriba solo y exclusivamente en la táctica. Pero como convenimos en que la democracia y el liberalismo en su interpretación burguesa, están fracasadas como doctrinas políticas, y a su muerte definitiva le estamos ayudando nosotros, la diferencia de táctica tiene por esto carácter transitorio. Si ahora tenemos presente que la utilizaremos tan solo en los momentos que sea oportuna y eficaz, salta a la vista que todos los argumentos que se esgriman contra la táctica electoral, no serán más que palabras banales sin otro sentido que el de una vacía dogmática en liquidación.          

  Por tanto, puede concederse que los treintistas, vean con más claridad el problema de la revolución española que la F.A.I.; pero por varios prejuicios de pudor teórico, quieren sostenerse en una disputa escolástica, con la F.A.I. y dominados por esta competencia puritana, ceden a crédito sus fuerzas a gentes extrañas a su causa. No obstante, tienen más simpatías, porque a pesar de su equivocada posición táctica, al menos no pondrán en peligro la revolución.

La nostalgia de una tradición          

   No olvido que la nostalgia que produce el desprenderse de una tradición ya bastante larga creada y elaborada a través de un proceso de episodios, de luchas heroicas y dramáticas; de tantas vidas generosas sacrificadas en honor a la magna obra de la emancipación del proletariado, hacen ya una segunda naturaleza de nuestra alma y de nuestro espíritu de luchadores; pero no debe olvidarse tampoco que todo el conjunto de estos sentimientos tradicionales, bien examinados, resultan abstractos y, por tanto, negativos cuando acertamos a comprender que un organismo proletario es un conjunto – aunque heterogéneo por su composición individual – homogéneo por el objetivo que persigue al cual responde la totalidad del organismo; pero cuando el organismo por atrofia teórica, no responde a lo que se espera de él, se impone a todos sus militantes más enérgicos y de visión más clara, la obligación ineludible de renovarlo, de fortalecerlo, en una palabra; de hacerlo apto para cumplir el fin que se ha propuesto en sus objetivos preliminares.

El pleno de El Ferrol           

  A este propósito, recordareis, que dominados los delegados asistentes al Pleno Regional celebrado en Ferrol, por esta misma nostalgia tradicional, se impusieron un esfuerzo supremo para salvar a la organización del naufragio a que la llevaban las pugnas intestinas; se redactó una ponencia con este objeto y se declaró en un manifiesto, que la Regional Galaica estaba por encima de las disputas intestinas y se afirmaba que en Galicia no había “treintistas” ni “faistas”; que por encima de todos estaba la C.N.T.    

Por mi parte creo haber dicho en esta ocasión que no encontraba mal todo esfuerzo que se hiciese en este sentido; pero que desgraciadamente no se había resuelto nada, porque el problema para mi criterio, no era un problema personal, el cual pudiese ser resuelto con unas cuantas declaraciones verbales y unas cuantas afirmaciones de desagravio de un camarada a otro; es decir, el problema no era un pleito a resolver dentro de una esfera de rencores, rivalidades y agravios personales, sino que era un problema que había que plantearlo dentro se su esfera natural, sobre su propia base teórica, y planteado así, abordar resueltamente la revisión de las doctrinas y tácticas defendidas por unos y otros, y después de bien estudiadas tomando por base las perspectivas de la situación política y social, trazar la línea teórica y la táctica más en consonancia con ellas.          

 Pero para trazar esta línea de conducta definida había que estar más libre del sentimentalismo y de esa nostalgia tradicional, en mi concepto, la única predisposición de espíritu capaz para sobreponerse a la amenaza de las corrientes de división que se observaban en nuestra regional, y no subordinar lo contingente a lo fundamental; pero no se ha hacho así, se prefirió y siguió la vía de menos esfuerzos y más romántica, pero menos práctica, y en atención al peligro probable de la división de la Regional, se ha tomado un acuerdo que en el fondo resultaba ecléctico y transitorio, si se tiene en cuenta la irreductibilidad – al menos teórica – de las distintas corrientes que venían trabajando y escindiendo a la organización a despecho de toda la buena fe ingenua que se proponía conjurar la catástrofe.           

Es una obra propia de magos la de conseguir milagros; y un milagro sería conseguir la uniformidad de criterio sobre la doctrina de la organización cuando cada fracción extrae perspectivas distintas del plano de las realidades políticas y del dominio de las luchas históricas que se derivan de estas realidades políticas y sociales, máxime en una coyuntura histórica tan compleja como la presente. Todo, lo más que se puede conseguir en estos casos, cuando los abismos de doctrina se consideran tan profundos – aunque en el fondo y en la realidad no lo sean – son acuerdos, compromisos transitorios, o una colaboración por tiempo indefinido sobre un plano de concesiones mutuas respecto a una serie de problemas de solución práctica inmediata. La unidad de criterio o fusión como se pretendía y pretende, pueda producirse siempre sobre la reserva de un cálculo problemático, pero es siempre resultado de un proceso muy laborioso y lento devorado a través de la experiencia histórica derivada del desarrollo de la inocencia política y social y con el auxilio imprescindible de un fuerte centro de gravitación que en este caso viene a ser el partido constituido sobre una base doctrinal firme y una línea de conducta clara. Todo lo demás es del dominio de la utopía.

Escisión de hecho            

En efecto, la organización Regional no se escindió; pero una serie de militantes de significación voluntaria o involuntariamente, se retrajeran de la actuación activa, y otros aunque prácticamente no abandonaron los cargos redujeron su actividad a una función simplemente burocrática, la cual en mi concepto, constituye un grave peligro para la organización.           

Pero hay aún otro argumento muy decisivo: Lo que ahora asusta a muchos compañeros y se le carga a cuenta del camarada Pestaña, ya ha sido acordado por la totalidad de los Sindicatos de la localidad en fecha anterior a la constitución del Partido Sindicalista, e incluso antes de se tener conocimiento de que el camarada Pestaña tenía el propósito de su creación, lo cual se puede comprobar cotejando las fechas. Todos sabéis ( aunque se me cargue a mi con la responsabilidad de la proposición ) que a propósito de una respuesta que había que dar a una circular cursada por nuestra Regional sobre la cuestión de las alianzas, se acordó por todos los Sindicatos, sin una sola enmienda, sin una objeción por parte de ningún militante, que se constituyesen Comités locales, regionales y nacionales de alianza obrera, cuyos Comités se habían de encargar de una campaña de propaganda de agitación y terminada esta, según reaccionase la clase trabajadora, y según un análisis detenido de las perspectivas políticas, acometer el problema de la insurrección, o en caso de que la situación ofreciese dificultades, ir a unas elecciones cuyos candidatos habían de ser los componentes de estos Comités de Alianza.          

 Comprendíamos además, que esta unidad del movimiento obrero que se hacía sobre la base del criterio de que en España estaba abierto concretamente el proceso revolucionario, suponía entrar en una colaboración de fuerzas obreras, y como esta circunstancia exigía por nuestra parte que nuestra línea de conducta fuese estudiada en cada momento; entendíamos que para rodearnos de todas las garantías de eficacia en nuestras intervenciones debíamos todos los militantes de la C.N.T. constituirnos en “partido” o “agrupación” ( que el nombre no afecta a la sustancia ) bajo una disciplina común de un programa muy concreto en sus fines inmediatos.

Alianzas Obreras y lucha política          

 Por consiguiente, de esto se desprende que mi criterio en este sentido no ha variado ni se ha modificado en nada. La necesidad de las “alianzas” sigue siendo una necesidad ahora como antes, y puede afirmarse, más apremiante ahora que lo era entonces si tenemos presentes las experiencias de los últimos acontecimientos revolucionarios.           

No quiero cerrar esta carta-informe sin exponer a vuestra consideración otro argumento de descargo que el camarada Santillán esgrime en favor de las razones que tuvo la C.N.T. para no influir más decisivamente, y por reducirse al débil papel jugado por ella en los acontecimientos desarrollados en Cataluña en la insurrección última. El argumento que el camarada Santillán juzga decisivo es éste : que la Esquerra no se había dado un momento de reposo en la persecución sistemática contra la F.A.I.. Pero el camarada Santillán, sabe también que un desahogo sentimental no explica ni aclara las relaciones políticas entre el proletariado y la pequeña burguesía en el poder.          

 La pequeña burguesía en el poder, no puede tener en los tiempos que corremos un papel independiente. Su alternativa es ésta : o se apoya en la alta burguesía, la cual le cede el mando en momentos de peligro, ateniéndose a la doctrina del mal menor, sirviéndole al proletariado de muleta izquierda, o en el proletariado, sirviéndole la alta burguesía de muleta derecha. Suponeros un hombre que no puede sostenerse en pie porque alternativamente le faltase la extremidad derecha o la izquierda y tuviese que cambiar por esto, constante y alternativamente la muleta para sostenerse. Esta es juzgada políticamente la pequeña burguesía, la cual necesita de las dos fuerzas sociales más importantes y que estas oscilen y la auxilien políticamente en concepto de aparatos ortopédicos para poder caminar políticamente a través de la correlación de las fuerzas políticas y sociales. Pero en los momentos decisivos en que entran en choque las dos clases que tienen verdadero peso específico en la lucha político-social que se deriva de los antagonismos de clase, por prejuicios tradicionales, culturales y por instinto de conservación de sus modestos intereses materiales particulares, le van a servir de base a la palanca de la represión que tan salvajemente manejan en nuestros tiempos y en todos los países, la alta burguesía contra el proletariado. Esto fue lo que ocurrió en todas las revoluciones y, según Santillán, también en Cataluña.

La Historia y los hombres           

Pero no debemos de olvidarnos que somos seres humanos y que, por lo tanto, una simple explicación mecánica de los acontecimientos no puede satisfacer a nadie. Los mismos marxistas afirman reiteradamente que la historia se hace a través de los hombres, con lo cual se quiere dar a comprender que un tanto por ciento considerable de las derrotas que sufre el proletariado son previsibles y traducidas en victorias, según el cuadro de dirigentes que actúan al frente de un movimiento insurreccional. Así que lo que hay que analizar ahora es, si toda la responsabilidad que se le atribuye a la C.N.T., en lo que se refiere particularmente a Cataluña, está ligadas exclusivamente a la política represiva de la Esquerra, o si esta responsabilidad, es consecuencia directa de la torpeza y la incapacidad de la actual dirección del organismo confederal. Por mi parte, me limitaré a esperar elementos de juicio más exactos; pero no obstante, creo no equivocarme mucho, si digo ahora, consecuente con el criterio que vengo sosteniendo en este informe, que por lo menos, dos terceras partes de la responsabilidad, se le puede cargar en el balance a la F.A.I.

La clase media y la C.N.T.            

Como queda dicho, la pequeña burguesía, por las razones aquí apuntadas ante una alternativa decisiva de la lucha, inclina la balanza en favor de la burguesía; pero los políticos de la pequeña burguesía son hombres y como hombres, susceptibles a toda clase de presiones y sugestiones. Por tanto, una táctica más inteligente le hubiera dado una fuerza tan importante, principalmente en Cataluña a la C.N.T., que nos permite afirmar que podía ser equivalente a la que el partido socialista tenía en Madrid y como él pudo estar en las mismas condiciones de ventaja ofensiva en el momento de la insurrección. Que me contesta ahora el camarada Santillán y con él, todos los estrategas revolucionarios de la F.A.I. a la siguiente pregunta concreta : ¿ Qué hubiera sido en estas circunstancias de la burguesía, y con ella de todas sus cabezas visibles dirigentes, si como digo, nuestros cuadros de dirección hubieran tenido más perspicacia y la cabeza menos caliente y menos obstruida por fantasías teóricas y bellos sueños, por ahora utópicos ? Les ahorraré yo el trabajo de contestar : a juzgar por la heroica acción y magnífica victoria de los camaradas de Asturias, la respuesta es sencilla. ¡ Que duda cabe ! que el papel de la burguesía en estos momentos estaría reducido al de una simple anécdota histórica, teniendo en cuenta su insignificante desarrollo, y cuando más, a un episodio materia de reportaje, que anda y va detrás de la fugitiva peseta ; cachivache de museo histórico, para alimentar la curiosidad de los eruditos.           

De modo que la mayor responsabilidad es de aquellos que en nombre de su ultramundo sobrehumano ideológico, se interpusieron ( importándoles muy poco los problemas inmediatos de los miles de trabajadores que les siguen sugestionados por el espejismo de los gestos y gestas tan heroicas como estériles ) para que no se llevase a cabo una labor más razonable y justa.           

Cuando se piensa en esto serenamente y se lee aún ahora en nuestra prensa la serie de majaderías que se dicen en ella, piensa uno si cierta gente no debía de estar recluida en una casa de salud; o si lo que es más doloroso aún, el optimismo que hoy empuja a tantos camaradas hacia los ideales de emancipación humana, caerán en el escepticismo negativo y castrador de la vitalidad y energía revolucionarias a causa de tanto odio, de tanto ciego fanatismo que en nada nos distingue de cualquier secta religiosa, ni de cualquier partido político por ruin que éste sea. No creo oportuno señalar aquí, a que hechos me refiero, y por otra parte, como esta carta informe, no pretende otra publicidad que la que se limita a nuestros propios medios, considero que está al alcance de todos el conocimiento de estos hechos.           

No obstante, para que no se desconfíe de que juego habilidosa y maliciosamentecon el equívoco, con la deliberada intención de apuntar tantos en mi favor, quiero hacer memoria de una entrevista efectuada por los representantes de la organización de Cataluña al Presidente de la Generalidad, de cuyo resultado se hicieron declaraciones a la prensa, de las cuales se extrae una impresión psicológica que nos revela perfectamente la posición teórica del organismo y la predisposición táctica de los representantes confederales. El contenido de las declaraciones y la expresión, era poco más o menos ésta : venimos a tratar con la Generalidad de potencia a potencia; nuestra personalidad ha sido reconocida “ipso facto”           

Este lenguaje enfático, pedantesco y detonante, aunque en el fondo ingenuo, resulta ridículo y demuestra evidentemente que un organismo que está dominado por una vanidad tan poco reflexiva y que hace de las frases un arsenal de argumentos dialécticos e instrumentos de lucha revolucionaria, está a punto de perderse en una embriaguez verbal que lo extraviará fatalmente hasta no encontrar el camino de la realidad.            Lo más lamentable es que este no es un hecho aislado, sino que esta es la terminología y el acento usual y corriente de casi la totalidad de los militantes anarquistas, y, por consiguiente, de los militantes de nuestro organismo nacional. Esta no es una invención mía, todo el mundo lo ve.

RESUMEN Y PROGRAMA 

Resumiendo: de la línea de pensamiento que por mí queda trazada aquí, se deduce fácilmente el programa siguiente:           

1º Que debemos de ir francamente a la constitución de un partido que se imponga como deber primordial, lo siguiente:           

a) Lucha franca contra la mentalidad autoritaria y dictatorial de la actual dirección de la C.N.T., o sea, de la (F.A.I.), por ser estos sentimientos la negación más terminante y positiva de los principios de libertad y, por consiguiente, del anarquismo.           

b) Lucha abierta y enérgica contra todas las tendencias sectarias y absorbentes.           

c) Lucha por una disciplina más robusta, y al mismo tiempo por una más auténtica libertad dentro del plano de la acción, tanto dentro de la C.N.T., como en el dominio del movimiento en general.           

d) Lucha honrada por la unificación orgánica del proletariado en el plano nacional e internacional.          

e) Lucha por la libertad democrática de todas las fracciones políticas sobre la base de un sólo organismo proletario, que defienda la lucha de clases.          

  f) Extensa propaganda para que los trabajadores comprendan la utilidad de la táctica electoral y parlamentaria, combinada con la acción directa, o sea, que se debe de renunciar a la táctica corruptora evolucionista; pero que comprenda también que una táctica revolucionaria enérgica no supone estar en constante actitud ultimatista.           

g) Elaboración y defensa de un programa menos brillante y utópico que el que sigue actualmente la C.N.T. arrastrada por su actual dirección; pero más revolucionario y serio                

h) Lucha resuelta por la toma del Poder y por el establecimiento de una República democrática y federal proletaria.           

Para hoy no tengo más que deciros.                      

 Fraternalmente vuestro,

Marcial Villamor Varela

Cárcel Santiago, Febrero de 1.935